¿Qué es el filtro de partículas?

El filtro de partículas es el encargado de reducir las partículas de hollín generadas durante algunas fases de la combustión, reduciendo el nivel de partículas contaminantes que se expulsan por el escape.

¿QUE VEHÍCULOS LLEVAN FILTRO DE PARTÍCULAS?
La mayoría de los motores diésel posteriores al 2005 llevan incorporado un filtro de partículas, conocido también como FAP o DPF, por sus siglas en francés o inglés.
Explicado de una forma sencilla, lo que sucede es que estas partículas sólidas se retienen en las paredes porosas del filtro y son eliminadas cada cierto tiempo en lo que se denomina “fase de regeneración”. En dicha fase se eleva la temperatura del filtro para incinerar el hollín y limpiar el sistema.

¿CUÁNDO SE GENERAN LOS PROBLEMAS CON EL FILTRO?
Cuando ponemos el coche en marcha, la unidad de control del motor comienza a evaluar los valores de los distintos sensores situados en el filtro. Una vez alcanzado los requerimientos indicados por el fabricante, comienza el proceso de regenerador del filtro de partículas.

Dado que cada conductor le da un uso personal y específico a su coche que quizá no sea el más adecuado para el perfecto funcionamiento del FAP. La razón más común es cuando se utiliza el coche únicamente para realizar recorridos urbanos, donde no es posible alcanzar la temperatura mínima necesaria para la regeneración. Como la temperatura no sube lo suficiente, el hollín no se incinera lo que provoca que el filtro siga acumulando partículas sin limpiarse hasta que se satura.

También resultan problemáticos los trayectos cortos, en los cuales el ciclo de limpieza puede interrumpirse. Para completarse suele necesitar entre 10 y 25 minutos (el tiempo depende de varios factores) conducción por autopista a velocidad media.
Además de lo mencionado anteriormente, la utilización de un aceite inadecuado en el motor, acorta la vida útil del filtro de partículas como mínimo un 30%.

¿QUE SUCEDE CUANDO EL FILTRO NO REALIZA LA REGENERACIÓN?
El filtro se satura y suele encender un testigo en el cuadro de instrumentos para indicar que el sistema necesita una regeneración forzada, que conlleva una inevitable visita al taller de confianza. El coche puede seguir utilizándose, aunque en algunos casos las prestaciones se reducen porque el sistema electrónico del motor entra en un modo de emergencia o avería para evitar dañar el filtro. Otra consecuencia de la excesiva acumulación de hollín en el filtro es que los ciclos de regeneración se realizan con más frecuencia y cada menos kilómetro, aumentando el consumo de combustible.